RADAMÉS LAERTE GIMÉNEZ


¿Pensará Carlos Salamanca que es en el Si continuo de Asturias donde está el misterio de su cuatervia pena? Pensó con húmeda seguridad que su mar de amarguras residía en el SiFaSolMiFaReSi que vibraba ronca y cíclica en las cuerdas de bronce. El tenaz puntilleo se ocupó de sus dolores desde la partida sin vuelta de la compañera de juegos infantes y crecidos. Un rasgueo quejumbroso e inútil le ha quedado, y un pequeño que ya se hizo adulto.

Se fue con su instrumento y su única descendencia a habitar la costa de sus sueños. Canicio y desarmado fundó el breve espacio de esperanza donde duda el porvenir. Una moza del lugar se dejó llevar del brazo, pensando que la vida le ofrecía una dote de oportunidad. Allí instaló sus ilusiones virginales, entre dos Carlos, alimentando a escondidas paralelas apetencias.

La moza dibujó fugitivas pisadas en la playa, llevando consigo uno de los Salamanca. Ya en el acorde de los rasgueos las gotas rojas tintan la arena, y el viejo Carlos achaca al bueno de Isaac el renovado ciclo de sus dolores.

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